sábado, 15 de julio de 2017

Adopción de la Guerra Popular Prolongada (GPP) como método de toma de poder; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


«La lucha que se aproxima tendrá inevitablemente un carácter prolongado. (...) Esto exige aplicar una estrategia encaminada a acumular fuerzas mediante golpes parciales, hasta convertirlos en una verdadera guerra de guerrillas. Si no se ceja en la lucha ni se abandonan las armas y si nos basamos en nuestras propias fuerzas, la guerra popular triunfará inevitablemente porque se trata de una guerra justa y progresista que ganará el apoyo de las fuerzas de la paz, la democracia y el socialismo en el mundo entero». (Manuel Pérez Martínez, «Arenas»; Informe en el IIIº Pleno del Comité Central, 1976)

Saliendo al paso en una discusión interna, en 1984 se dejó claro una vez más que la Guerra Popular Prolongada (GPP) era el modelo de toma de poder del partido:

«Efectivamente, la noción de guerra no parece estática, sino que, al igual que todas las cosas y fenómenos, se desarrolla y transforma a medida que van apareciendo nuevos tipos de guerras. Con arreglo a esto es lógico también que nazca y se desarrolle una nueva concepción de la guerra y una nueva estrategia. Para nosotros, esta nueva estrategia no es otra que la Guerra Popular Prolongada, que es lo que trata de negar en su escrito el camarada Lara». (Manuel Pérez Martínez, «Arenas»; Entre dos fuegos, 1984)

El PCE (r) adoptó como método universal de toma de poder el concepto maoísta de la «GPP», una estrategia militar que ya hemos analizado para explicar los fracasos de otras organizaciones revisionistas:

«¿Qué fenómenos se pueden observar en la famosa «GPP»?: 1) se relega a la ciudad a ser en la práctica mero espectador de los acontecimientos o en el mejor de los casos el furgón de cola de los acontecimientos de pugna por el poder, que se desarrollarían según el maoísmo en zonas más favorables para la guerrilla como la montaña, la selva o el campo; 2) la guerrilla controla toda la actividad política, económica y cultural de las regiones liberadas inclusive por encima del partido. (…) 3) se apela a que en sus movimientos defensivos iniciales, las masas se sumen a la revolución a partir de sus acciones, esperando que este destacamento de «héroes» guerrilleros cree la chispa que «prenda toda la pradera» y haga participar a toda la población con sus acciones; 4) se nota el carácter putschista y voluntarista de la toma de poder en que un destacamento armado actúa unilateralmente en una zona, el campo, la selva o la montaña, relegando a un sector económico y social tan importante como la ciudad a merced de la reacción, a la clase más avanzada la clase obrera al aislamiento; 5) se niegan las condiciones objetivas y subjetivas de cada revolución imponiendo el dogma de que la revolución será larga y prolongada; se niega que según el desarrollo particular de la revolución en cada país esta puede ser una acción súbita y rápida o una pugna prolongada; 6) a esto se suma la visión de que se ha de realizar el «cerco de las ciudades desde el campo» también se tiene que dar a escala universal, que la revolución transitará de los países agro-industriales a los países desarrollados industrializados. Esto hará que en esta época toda organización que siga los lineamientos del tercermundismo se bañe en este esquema geopolítico y bajo un halo de subjetivismo y aventurismo promueva que todas las organizaciones de los países subdesarrollados tengan que iniciar sí o sí una «GPP» sin tener en cuenta el estado de las cosas ni el estado de ánimo de las masas». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 2015)

¿Es acaso para el PCE (r) la Guerra Popular Prolongada (GPP) el «método universal de toma de poder por el proletariado» como afirman los maoístas de todo el mundo? Sí, así lo defienden:

«La estrategia de guerra popular prolongada fue una de las grandes aportaciones de Mao Zedong al marxismo-leninismo, que tiene un carácter universal al ser aplicable tanto a los países tercermundistas como a las grandes metrópolis imperialistas». (Partido Comunista de España (reconstituido); Diccionario ideológico)

Por contra la estrategia político-militar de los revisionistas chinos fue ampliamente criticada por los marxista-leninistas de todas las épocas. Especial mérito tuvo en su momento Stalin cuando algunos dirigentes en Asia intentaban copiar su modelo, por lo que decidió aclarar algunas sobre la experiencia militar del Partido Comunista de China (PCCh). En una carta al Partido Comunista de Indonesia (PCI), recomendaba al respecto:

«Continuando con las cuestiones tácticas, el documento aconseja que el camino de la «revolución armada, esto es, la guerra de guerrillas en el campo, es el único camino que puede conducir a la victoria. Ciertamente la experiencia china muestra que el método de guerra de guerrillas, con la creación de áreas liberadas controladas por la guerrilla y la organización en esas áreas de un ejército de liberación nacional, debe ser reconocido como un método oportuno para un país tan atrasado como Indonesia. Pero el problema es que en las condiciones indonesias, los métodos aplicados en China, solo pueden ser aplicados con sustanciales modificaciones.


Primero, el éxito del uso de los métodos de la guerra de guerrilla es predicado sobre la existencia de un gran país con un gran número de bosques y zonas montañosas localizadas fuera de los ferrocarriles y las ciudades. Indonesia posee estas condiciones en una manera limitada.


Segundo, incluso si los comunistas capturasen un área liberada por la guerrilla y establecen allí un ejercito de liberación nacional, sin embargo el área solo representaría una isla en todo el estado, esta isla podría ser rodeada fácilmente por el enemigo porque no tendría un apoyo sólido alrededor suyo. Los comunistas chinos encontraron un sólido apoyo en Manchuria apoyados por el hermano Estado Soviético, con lo que el enemigo perdió la oportunidad de cercarlos. Indonesia representa un grupo de islas rodeadas por mares, y los camaradas indonesios no podrían ser apoyados en cualquier parte.


Así las condiciones específicas de Indonesia limitan para los indonesios el uso del método de la guerra de guerrillas, el método de la «revolución armada».


¿Cuál es la solución? El camino está en complementar el método de la guerra de guerrillas con el método de la actividad revolucionaria por la clase obrera en las ciudades y centros industriales, con el método de todas las luchas económicas y huelgas políticas, las cuales paralizaran la actividad del gobierno reaccionario, y son un certero apoyo para la guerra de guerrillas en el campo. El camino consiste en la combinación de estos dos métodos.


Por ello, es absolutamente imposible desestimar la importancia del trabajo político y de organización entre la clase obrera, más que eso, es absolutamente necesario en todos los posibles caminos ganar la mayoría de la clase obrera, recordando que la actividad del partido entre los obreros no es menos importante que la actividad entre el campesinado y las guerrillas». (Proyecto de respuesta del Secretario General soviético (Iósif Stalin) a la carta de Partido Comunista de Indonesia, enero de 1951)


Mismo trabajo realizó Stalin con los comunistas indios.

Uno: señalando la diferencia terminológica entre una guerra de guerrillas –también llamada guerra partisana–, y una lucha armada en todo su sentido, que incluye tanto una guerra de guerrillas de campesinos en el campo, montaña o monte como huelgas y levantamientos de obreros, es decir, una combinación de lucha en la ciudad y el campo a la vez. Habiendo una evidente limitación para quienes utilizasen solo una de las posibilidades:

«Stalin: En cuanto a la lucha armada, se debe decir que los chinos no hablaron de la lucha armada, sino que hablaron de revolución armada. Lo consideraban una guerra partisana con las regiones liberadas y con un ejército de liberación. Esto significa que es necesario hablar de la revolución armada y guerra partisana y no de la lucha armada. La expresión «lucha armada» fue mencionada por primera vez en los periódicos de la Kominform. La lucha armada significa más que una guerra partisana, significa la combinación de guerra partisana del campesinado y huelgas generales y levantamientos de los obreros. En su escala, una guerra partisana es más estrecha que una lucha armada». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de febrero de 1951)

Dos: señalando las desventajas e inconsistencia de una guerra de guerrillas campesina si no es asistida por un Estado vecino amigo:

«Stalin: ¿Qué es una región partisana liberada? Es completamente una isla en el Estado, no hay ninguna parte trasera en esta región, puede estar rodeada, bloqueada; no tiene parte trasera sobre la que pueda apoyarse. Eso es lo que sucedió en Yan'an, fue rodeado y los chinos salieron de ese lugar con grandes bajas. Esto hubiera continuado durante mucho tiempo si los comunistas chinos no hubieran decidido cruzar a Manchuria. Al mudarse a Manchuria, mejoraron rápidamente su propia posición, encontraron una retaguardia en forma de Estado amistoso. No era ahora una isla, era algo así como una península que descansaba en la URSS en un extremo. Después de esto, Chiang Kai-shek perdió la posibilidad de rodear a los partisanos chinos. Y solo después de esto, mientras los chinos descansaban, tenían la posibilidad de pasar a la ofensiva de Norte a Sur. Tal es la historia. ¿Qué extraemos de esto? La guerra partisana de los campesinos es un asunto serio y una gran adquisición para la revolución. En esta área, los chinos hicieron nuevas contribuciones en la práctica revolucionaria, particularmente para los países atrasados. Por supuesto, cada comunista en un país donde los campesinos constituyen entre un 80 a un 90% de la población; está obligado a aplicar este método en su arsenal en sus luchas. Esto es indudable, pero también a partir de esta experiencia de los camaradas chinos, se deduce que la guerra partisana de las regiones liberadas presenta grandes desventajas. Estas desventajas son que las regiones partisanas son islas que siempre están expuestas a un bloqueo. Solamente es posible romper este anillo victoriosamente creando una base estable, ligada y apoyada a un Estado vecino amigo y estableciendo en este Estado una parte trasera estable. Los chinos tomaron este paso sensible al asentarse en Manchuria. Si no hubiesen hecho esto no sé como habrían terminado las cosas. En la guerra partisana, uno no tiene la fortaleza suficiente para alcanzar la victoria. La guerra partisana conlleva a una victoria sin falta solamente si se basa en lazos con estado vecinos amigables. Es altamente característico que hasta que los camaradas chinos alcanzaron Manchuria, no deseaban atacar, temiendo que fueran cercados; fue sólo hasta después de esta situación que comenzaron a planificar su avance y comenzaron a obtener victorias en contra de las tropas de Chiang Kai-shek. Debemos tener en cuenta estas desventajas de la guerra partisana». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de febrero de 1951)

Tres: señalando la más que obvia inconexión con la ciudad en la teoría maoísta de toma de poder, y las consecuencias negativas que de eso se derivaba. Por ello, Stalin recomendaba a los comunistas indios, que a diferencia de la guerra de guerrillas campesinas del revisionista Mao Zedong, desarrollasen lazos entre los campesinos y los obreros, entre la ciudad y el campo, desarrollando no una simple lucha de guerra de guerrillas en la que tomaran parte solamente los campesinos, sino una lucha armada completa, una insurrección armada en todo su esplendor que fuese desarrollada tanto en el campo como en la ciudad:

«Stalin: ¿Necesitáis una guerra partisana? Indudablemente sí.

¿Habrá regiones liberadas y un ejército de liberación nacional?


Vosotros tendréis tales regiones y posiblemente también tal ejército pero esto es insuficiente para obtener la victoria. Necesitáis combinar la guerra partisana con las acciones revolucionarias de los obreros. Sin ello, la guerra partisana por sí sola no tendrá éxito. Si los camaradas indios pueden organizar seriamente huelgas generales de los obreros ferroviarios, eso paralizará la vida del país y el gobierno, podría probarse como una ayuda enorme para la guerra partisana. Tomen al campesino, por ejemplo; y díganle ésta es tu guerra partisana y tienes que lucharla. Entonces, el campesino preguntará: ¿por qué debe esta lucha agotadora recaer solo en mí? ¿Qué harán los obreros? Ellos no estarán de acuerdo en que debe tomar solos todo el peso de la revolución. Son lo suficientemente inteligentes. Ellos son conscientes y saben que todo lo malo proviene de las ciudades, de los impuestos, etc. Querrán un aliado en las ciudades.


 Si le dices que soportaría el peso de la lucha junto con los obreros, ellos entenderan y lo aceptaran. Tal fue el caso con nosotros en Rusia. Es necesario llevar a cabo el trabajo no solo entre los campesinos, no solo para crear destacamentos partisanos, sino también para llevar a cabo un trabajo intenso entre la clase obrera, luchar por su confianza y ganar la mayoría entre ella, es necesario contar con destacamentos armados entre los obreros, preparar las huelgas de los obreros, de los ferroviarios y tener destacamentos de obreros en las ciudades.


Cuando estas dos corrientes se conectan, la victoria puede considerarse segura. Sabeís que en Rusia durante 1905 el zar se rindió a la gente, le dio a la Duma y una gama de otras libertades. El zar se vio obligado a retirarse.


¿Qué provocó tal terror en el zar? ¡Las huelgas de los obreros ferroviarios! La capital fue cortada del resto del país, los ferroviarios solo dejaron ingresar en Petersburgo las delegaciones de los obreros y no permitieron la entrada a bienes ni a ninguna otra cosa.

La importancia de las huelgas de los obreros ferroviarios fue muy grande en la revolución y esto ayudó a los destacamentos partisanos.

Luego, el trabajo entre las guarniciones, entre los soldados. En 1917, habíamos llevado a cabo propaganda entre los soldados en la medida de extender a toda la guarnición estar de nuestro lado.

¿Qué trajo a los soldados? La cuestión de la tierra. Era un arma tal que ni siquiera los cosacos, que eran los guardias pretorianos del zar, pudieron resistirse. Para llevar a cabo la política correcta, uno puede sembrar un estado de ánimo revolucionario y evocar diferencias dentro de los círculos reaccionarios.

El camino chino fue bueno para China pero no es suficiente para la India donde es necesario combinar la lucha proletaria en las ciudades con la lucha de los campesinos. Algunos piensan que los camaradas chinos están en contra de tal combinación. Esto es incorrecto. ¿Habría estado descontento Mao Zedong si los trabajadores de Shanghai se hubieran declarado en huelga cuando su ejército se fue a Nanking, o si los obreros hubieran saboteado las fábricas de armamentos? Por supuesto que no. Mao Zedong hubiese estado feliz si los obreros ferroviarios hubiesen realizado una huelga laboral y Chiang Kai-shek hubiese sido privado de la posibilidad de recibir proyectiles pero hubo una ausencia en las relaciones con los obreros: fue una necesidad dolorosa más no ideal. 


Dange: Casi convertimos la teoría de la guerra partisana en una teoría que no requiere de la participación de la clase obrera. 


Stalin: Si Mao Zedong se enterase de esto, los maldeciría. (Risas)». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de febrero de 1951)

Por tanto todos aquellos maoístas y filomaoístas que vienen diciendo que la «GPP» es la prueba de la superioridad del maoísmo frente al marxismo-leninismo o que es un aporte estratégico-militar al marxismo-leninismo sinigual, viven en mundos irreales. La «GPP» ni es una estrategia militar proletaria exitosa, ni es un aporte universal al marxismo-leninismo, ni mucho menos fue bendecida por Stalin como método recomendable para el resto de países, por el contrario, la tipificaba como una estrategia limitada y que solamente tuvo éxito por el factor externo. Además, la llamada táctica de la guerra de guerrillas como es bien sabido, es muchísimo más antigua en siglos a la puesta en práctica de los dirigentes chinos, encontramos tales estrategias en los lusitanos de Viriato, en las guerrillas antinapoleónicas, en las bandas carlistas, en los maquis antifranquistas, las propias experiencias del PCCh anteriores a la llegada de Mao, sin olvidar las acciones de los partisanos soviéticos, italianos, franceses, yugoslavos, albaneses o búlgaros de los comunistas durante la Segunda Guerra Mundial, el guerrillerismo no empieza ni acaba con Mao. He aquí refutado otro mito de los maoístas de sus presuntos «aportes».

La crítica de Enver Hoxha y los albaneses a la «GPP» toma como cuerpo la misma crítica que Stalin, tuviesen o no conocimiento los albaneses de estas críticas de Stalin:

«De acuerdo con las condiciones concretas de un país y con la situación en general, la insurrección armada puede ser un estallido repentino o un proceso revolucionario más largo, pero no sin fin y sin perspectiva, como preconiza la «teoría de la guerra popular prolongada» de Mao Zedong. Si se hace una confrontación entre las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre la insurrección armada revolucionaria y la teoría de Mao Zedong sobre la «guerra popular», aparece claramente el carácter antimarxista, antileninista, anticientífico de esta teoría. Las enseñanzas marxista-leninistas sobre la insurrección armada se basan en la estrecha concatenación de la lucha en la ciudad y en el campo bajo la dirección de la clase obrera y de su partido revolucionario.

Oponiéndose al papel dirigente del proletariado en la revolución, la teoría maoísta considera el campo como la única base de la insurrección armada y descuida la lucha armada de las masas trabajadoras en las ciudades. Preconiza que el campo debe mantener asediada a la ciudad, que es considerada como el reducto de la burguesía contrarrevolucionaria. Esto es una expresión de desconfianza en la clase obrera, es una negación de su papel hegemónico». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)


El PCE (r) en sus documentos hablaba constantemente de la «GPP». ¿Significa eso que ellos copiasen sus lineamientos por completo?:

«No es un método de combate exclusivamente guerrillero ni tampoco es propio solo de las regiones rurales o montañosas, sino también urbano». (Partido Comunista de España (reconstituido); Diccionario ideológico)

Para nada, para ajustarnos a la realidad, el PCE (r) intentó mezclar los conceptos maoístas con las propias ideas de los líderes del PCE (r) sobre la toma de poder, algo normal, pues ninguna organización maoísta se atiene a una concepción exacta en ningún tema, ya que la obra de Mao es tan extensa y tan ecléctica que tal propósito sería imposible. En esta cuestión militar, por un lado se recogía de la GPP el carácter voluntarista de las acciones armadas, sin tener en cuenta las condiciones objetivas y subjetivas, se copiaba la deriva militarista en el partido. A cambio, se le añadía como elementos diferenciadores el intento de actuar en la ciudad y no en el campo, creando comandos de «guerrillas urbanas», y sobre todo, el famoso terrorismo individual como método de actuación, dos cuestiones que apenas tuvo peso en la GPP en China. Aquí se notaba claramente los lineamientos guevaristas y anarquistas tan influyentes en las bandas armadas de los 70.

Precisamente advirtiendo sobre estos rasgos de las nuevas organizaciones maoístas, Hoxha diría:

«La insurrección armada revolucionaria no tiene nada en común con los putschs militares. La primera tiene por objetivo lograr cambios políticos radicales; destruir el viejo régimen desde sus cimientos. Los segundos no conducen ni pueden conducir al derrocamiento del régimen de opresión y explotación o a la liquidación de la dominación imperialista. La insurrección armada se basa en el apoyo de las amplias masas populares, mientras que el putsch es expresión de la desconfianza en las masas, de la separación de ellas. Las tendencias putschistas en la política y en la actividad de un partido que se hace llamar partido de la clase obrera constituyen una desviación del marxismo-leninismo. (…) Ateniéndose sin vacilar a las enseñanzas del marxismo-leninismo sobre la revolución violenta como ley general, el partido revolucionario de la clase obrera es resuelto adversario del aventurerismo y jamás juega con la insurrección armada. Desarrolla sin cesar, en todas las condiciones y circunstancias, diversas formas de lucha y actividad revolucionarias a fin de prepararse a sí mismo y preparar a las masas para las batallas decisivas en la revolución, para poner fin a la dominación de la burguesía mediante la violencia revolucionaria. Pero, sólo cuando la situación revolucionaria está por completo madura, pone directamente la insurrección armada al orden del día y adopta todas las medidas políticas, ideológicas, organizativas y militares para llevarla a la victoria». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)


La cuestión de la aceptación acrítica de la propaganda maoísta sobre la «GPP» ha tenido tanta influencia dentro del PCE (r) que sus miembros visibles reproducen sin vergüenza los peores mitos maoístas que calumnian a Stalin:

«Para demostrarlo no hay más que recurrir a la polémica de Stalin con el coronel Ramzin en la posguerra acerca de Clausewitz. Aunque Stalin había dirigido de forma magistral las operaciones militares de la II Guerra Mundial, las conclusiones que obtuvo de aquellos acontecimientos fueron equivocadas, lo cual a vez indica que los principios militares dominantes en la etapa de la III Internacional también eran erróneos y, por consiguiente, que el coronel Ramzin tenía razón y Stalin estaba equivocado: los fundamentos del marxismo-leninismo en materia militar sí están en Clausewitz y correspondió a Mao el mérito de recordarlo, estableciendo un análisis correcto de las relaciones entre la revolución y la guerra con su concepto de «guerra popular prolongada». (Juan Manuel Olarieta; Otra mirada sobre Beria; Recogido en Opinión de Clase, 2010)


El argumento de que «Stalin no tuvo en cuenta las tesis de Clausewitz en cuanto a teoría militar» es una calumnia de Mao de su época más jruschovista, puesto que Jruschov reprodujo tal idea en su momento:

«Marx, Engels y Lenin procedieron de otra manera. Estudiaron e investigaron con ahínco las más variadas cosas de su tiempo y de la historia y, además, enseñaron a la gente a obrar así. Las tres partes integrantes del marxismo nacieron en el proceso del estudio de teorías burguesas –la filosofía clásica alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo utópico francés– y de la lucha contra ellas. Stalin fue un poco débil en este sentido. En su tiempo, la filosofía idealista clásica de Alemania fue considerada como una reacción de la nobleza alemana contra la revolución francesa. Con semejante conclusión se la descalificó a toda ella en bloque. Stalin negó la ciencia militar alemana al afirmar que, como los alemanes habían sido derrotados, ya no tenía validez su ciencia militar y no había para que leer los trabajos de Clausewitz». (Mao Zedong; Discursos en una conferencia de secretarios de comités provinciales, municipales y de región autónoma del partido; Obras Escogidas, Tomo V, discurso del 27 de enero, 1957)

¿Y cuál era la posición real de Stalin al respecto? Leer y tomar en cuenta las lecciones militares de Clausewitz, pero teniendo cuenta los aspectos militares nuevos de la época, es decir de forma dialéctica según lo exigía la nueva época:

«¿Debemos nosotros criticar esencialmente la doctrina militar de Clausewitz? Sí, debemos. Nosotros estamos obligados desde el punto de vista de los intereses de nuestra causa y desde el punto de vista de la ciencia militar de nuestro tiempo, a hacer la crítica no solo de Clausewitz, sino también de Moltke, Schlieffen, Ludendorff, Keitel y otros representantes de la ideología militar en Alemania. En los últimos treinta años, Alemania impuso al mundo por dos veces una guerra sangrienta y ambas veces resulto vencida. ¿Es esto casual? Naturalmente, no lo es. ¿No significa esto que no sólo Alemania en su conjunto, sino también su ideología militar no resistió la prueba? En lo que se refiere en particular a Clausewitz, él, claro está, ha envejecido como autoridad militar. Clausewitz fue, en suma, un representante del periodo manufacturero de la guerra. Pero ahora estamos en el período de la guerra de maquinarias. (...) No es posible avanzar e impulsar a la ciencia hacia adelante sin someter a un análisis crítico las tesis y opiniones envejecidas de los especialistas reconocidos. Esto no sólo se refiere a especialistas en asuntos militares, sino también a los clásicos del marxismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta de respuesta a Razin, 23 de febrero, 1946)

Decir o insinuar que la teoría militar de Mao Zedong contra los japoneses y nacionalistas (1935-1949) tiene más valor que la teoría militar desarrollada por Stalin durante la Guerra Civil (1918-1922) o la Gran Guerra Patria (1941-1945) es una soberana muestra de albergar un desconocimiento histórico o de ser un falseador sin escrúpulos, sobre todo, teniendo en cuenta que la resistencia del PCCh dirigido por Mao durante 1935-1945 estuvo condicionada, como decía Stalin, a la ayuda de países vecinos, y que su victoria final de 1949 tuvo que ver directamente con la derrota de los ejércitos japoneses propiciada a su vez por los ejércitos soviéticos en 1945, que otorgaron a los comunistas chinos armas, suministros y demás material confiscado a los japoneses, algo que reconocían las fuentes chinas de la época.

Es más, las teorías y decisiones de Mao Zedong en cuanto a conocimientos políticos-militares deja bastante que desear. Durante la Segunda Guerra Mundial Mao Zedong se destacaría por errores de derecha e izquierda: como querer reservar sus tropas y no luchar ante los japonés esperando al fin de la contienda para tomar el poder frente al Kuomintang, tendencia a romper el frente antijaponés en luchas estériles, confiar en jefes nacionalistas que traicionarían la causa, promover la idea en 1946 de que Estados Unidos no deseaba la guerra civil en China ni apoyar al Kuomintang... o firmar pactos ultrajante con el Kuomintang que cedían territorio y desarmaban al ejército del partido como las negociaciones de Chungching, también llamado Acuerdo del 10 de octubre de 1945, un pacto similar al que firmaron los comunistas griegos con el Pacto de Varkiza de ese mismo año y que trajo las mismas consecuencias negativas: dar alas a la reacción y el reactivamiento de la guerra civil. 

Por muchas de estas acciones fue criticado varias veces por la Komintern desde 1935 hasta su disolución de 1943 –véase las varias cartas de Dimitrov a Mao durante este periodo llegando incluso a calificar sus declaraciones internacionales de dignas de un trotskista [*]–.

Tanto en lo político como militar, los comunistas chinos reconocieron la suma obviedad de que los documentos y consejos de Stalin sobre la revolución china habían ayudado decisivamente a encauzar la caótica dirección del PCCh. Véase el artículo de Chen Boda «Stalin y la revolución china» de 1952. 

Al menos eso fue así hasta la muerte de Stalin, cuando los maoístas se destaparon.

«La revolución china triunfó porque se opuso a la voluntad de Stalin. El diablo extranjero camuflado «no permitía que el pueblo hiciera la revolución. (...) Cuando en 1956 se criticó a Stalin, por una parte nos alegramos, pero por otra fuimos presa de inquietud. Era necesario retirar el velo, destruir la fe ciega, aflojar la presión y emancipar el pensamiento. Pero no estábamos de acuerdo en que todo ello se hiciera de una sola vez». (Mao Zedong; Intervención en la Conferencia de Chengtú, 1958)

Esto aparte de ser una calumnia, demuestra que Mao era un ser ingrato, ya que el líder soviético puso en jaque en varias ocasiones los intereses de la URSS en favor de la revolución china:



«Stalin: Es decir, usted está de acuerdo en declarar la continuación legal del acuerdo vigente, mientras que de hecho permitimos que se hagan los cambios necesarios. 

Mao Zedong: Debemos actuar así, teniendo en cuenta los intereses de ambas partes, China y la Unión Soviética.

Stalin. Es verdad. Creemos que el acuerdo sobre Puerto Arturo no es equitativo.

Mao Zedong: ¡¿Pero al cambiar este acuerdo, no vamos contra las decisiones de la Conferencia de Yalta?!

Stalin: Sí, pero ¡al diablo con eso! Una vez que hemos adoptado la posición de que los tratados deben ser cambiados, debemos ir hasta el final. Es cierto que esto entraña ciertos inconvenientes para nosotros, y que tendremos que pelear con los norteamericanos. Pero ya nos hemos avenido a ello. 

Mao Zedong: Esta cuestión nos preocupa sólo porque puede tener consecuencias indeseables para la URSS. 

Stalin: Como usted sabe, adoptamos ese acuerdo durante la guerra con Japón. No sabíamos que Jiang Jieshi sería derrotado. Actuamos bajo la premisa de que la presencia de nuestras tropas en Puerto Arturo sería en interés de la Unión Soviética y la democracia en China». (Conversación entre Stalin y Mao, 22 de enero de 1950)

Mao, reproduciendo las palabras de Tito y Jruschov, también acusaría a Stalin de relaciones desiguales con otros partidos y gobiernos:

«Stalin cometió algunos errores graves en lo que respecta a las políticas internas y externas de la Unión Soviética. Su método arbitrario de trabajo afectaba en cierta medida el principio del centralismo democrático. (...) Para hacer frente a algunas cuestiones concretas, mostró una tendencia hacia el chovinismo de gran nación y él mismo carecía de un espíritu de igualdad. (...) A veces, incluso intervino erróneamente, con muchas consecuencias graves, en los asuntos internos de ciertos países hermanos y sus partidos». (Renmin Ribao; Una vez más sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 29 de diciembre, 1956)

Por el contrario, Stalin no solo fustigó la adulación y el seguidismo [*], sino que además recomendó en pleitos internacionales la plena independencia y autonomía de China en la arena internacional:

«El PCCh es favorable a las negociaciones directas con el Kuomintang sin mediadores extranjeros. En particular, por cuanto se refiere a la mediación, el PCCh considera que las potencias extranjeras que han participado en la guerra civil usando la aviación y la marina contra el Ejército Popular de Liberación chino no pueden ser considerados neutrales ni objetivos en el esfuerzo de poner fin a la guerra en China. Pensamos que esta debe ser su justa respuesta. Si no están de acuerdo, háganos saber su opinión». (Nº1., Telegrama del 10 de enero de 1949, de J.V. Stalin a Mao Zedong)

Y se añadía:

«Como es evidente por cuanto se ha dicho anteriormente, en nuestra sugerencia de respuesta a la propuesta del Kuomintang, es importante decir que el Kuomintang quiere el fracaso de las negociaciones de paz. Está claro que el Kuomintang no optará por las negociaciones de paz sin la mediación de las potencias extranjeras y, en modo específico, sin la mediación de los Estados Unidos. Es igualmente claro que el Kuomintang no querrá conducir las negociaciones de paz sin la participación de Chiang Kai-Shek y de los otros criminales de guerra. Así que nosotros calculamos que el Kuomintang va a rechazar las negociaciones de paz y las condiciones puestas por el PCCh. Como consecuencia el PCCh estará dispuesto a entablar las negociaciones de paz, y no se le podrá entonces reprochar el haber contribuido a la continuación de la guerra civil. El Kuomintang será visto como el culpable de haber hecho fallar las negociaciones de paz. Así la maniobra pacifista del Kuomintang y de los EEUU fallará y usted podrá continuar su gloriosa guerra de liberación». (Nº2, Continuación y final del anterior telegrama de J.V. Stalin a Mao Zedong, de 11 de enero de 1949)

Si miramos la respuesta de Mao, dudaba por ejemplo si exigir que los criminales de guerra fueran excluidos de las negociaciones:
«Si es posible permitir que los hombres del gobierno de Nanjing, incluidos los criminales de guerra, participen en la negociación de paz con nosotros, es cuestión en la cual deseamos reflexionar todavía». (Nº3, Telegrama de Mao Tse-tung a J.V. Stalin, 13 de enero de 1949)

¿Quién obstaculizaba la revolución entonces, Mao o Stalin?

En la cuestión armada, pese a todo, los maoístas aluden que solo gracias a la milagrosa «GPP» los comunistas chinos triunfaron. Pero nadie en su sano juicio valorará como referencia universal a seguir la toma de poder que obtuvo el PCCh en 1949. Victoria que está claro que no hubiera sido posible sin el consejo político-militar de la URSS, su apoyo financiero, armamentístico y material desde mucho antes que Mao Zedong subiese a la dirección del PCCh en 1935.

Dimitrov fue uno de los más activos en reclamar la ayuda para los comunistas chinos, Voroshilov pensaba que eso podía seriamente las delicadas relaciones de la URSS con el gobierno nacionalista chino de Chiang Kai-Chek, que en ese momento luchaba junto a los comunistas chinos contra Japón, país que a su vez estaba en guerras fronterizas con la URSS, y que era aliado de la Alemania nazi y la Italia fascista. Pese a este peligro, Stalin secundó a Dimitrov. El 26 de abril de 1939, el propio Dimitrov anotaría en su diario este hecho: «Vorochílov: «El camarada Dimitrov con frecuencia hace llamamientos en favor de diferentes formas de ayuda a los camaradas chinos. El conceder dicha asistencia nos crearía  dificultades con Chiang Kai-Chek». Stalin: «Tenemos que tener en mente que somos un Estado que ayuda al Estado chino. Y tenemos que seguir haciéndolo de esa manera; de otra forma, perjudicaríamos la lucha del pueblo chino». El 23 de febrero de 1940 Dimitrov registra un aporte de 350.000$ al PCCh por parte de la URSS. En esta obra y otras, hay varios registros de las ayudas a los comunistas chinos, yugoslavos y otros.

Esto es algo que los comunistas chinos reconocerían en sus publicaciones, aunque luego muchos de sus elementos antistalinistas suprimiesen tal verdad histórica con la institución oficial del maoísmo. 

Lo cierto, es que la Revolución China habría sido imposible sin la ayuda material y los consejos en otras cuestiones de los soviéticos». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)

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